Capítulo 1: Supervivencia.

   Todo son problemas y ninguno de ellos desaparece. Al contrario, cuanto más tiempo pasa peor se vuelve la situación. Antes, cuando el tiempo aún era favorable, la esperanza de ser rescatados persistía. Pero en estos momentos en los que la nieve se amontona en las calles y las nubes cubren de forma permanente el cielo, nos hacemos varias preguntas:
   ¿Por qué seguir adelante? ¿De qué nos servirá sobrevivir al invierno? ¿Acaso encontraremos comida a tiempo?
   Ojalá tuviera alguna respuesta a estas preguntas. Sin embargo, no es así, y por ahora lamentarse no nos llevará a ningún lado. En mi caso, aún tengo cosas importantes en mi vida que debo proteger.

   Joel levantó la vista de la hoja para posarla en el rostro de Sara, su novia. Ella leía a la luz de una vela un viejo libro. No había mucho que hacer, y al quedarse en casa uno podía morirse de aburrimiento fácilmente.
   Su rostro, sucio por la falta de cuidados, dejaba entrever unas marcadas ojeras que revelaban las pocas horas de sueño que había dormido en los últimos días.
   Son tiempos difíciles. Pensó Joel al tiempo que encendía uno de los últimos cigarrillos de su paquete. Pero debemos aguantar.
   ¿Por qué era necesario seguir existiendo un día más?
   Joel no se limitó a deshacerse de esa pregunta. Ser pesimista no le permitiría abrir los ojos a la mañana siguiente, y por lo tanto, no necesitaba pensar de esa forma.
   –¿Cenamos ya?  –Preguntó el joven con su característica voz grave–. Dentro de poco oscurecerá.
   –No creo que pueda haber más oscuridad que ahora –Dijo Sara, cerrando en libro al tiempo que marcaba la página por la que había dejado a medias el escrito–. Por cierto, ¿qué hay para cenar?   –Esbozó una cálida sonrisa que hizo que por un momento Joel dejará de sentir frío en la habitación.